#8M: Luchar por igualdad es luchar por justicia

El trabajo que han venido haciendo muchas mujeres de nuestro país y del mundo en el último tiempo nos ha obligado a pensar sobre temas que son imprescindibles para entendernos como sociedad. La causa de las mujeres es fundamental por justa y también por obvia: no podemos seguir discutiendo lo que no es discutible.

Los datos son elocuentes y nos dicen que no hay igualdad de género. No hay igualdad en la participación dentro de los espacios de poder, no hay igualdad salarial, no hay igualdad de oportunidades y no hay igualdad en el trato cotidiano que reciben mujeres y hombres. No hace falta aclarar que mujeres y hombres somos esencialmente distintos: si no lo fuéramos no podríamos catalogarnos tan claramente en la diferencia. Sin embargo, pienso convencidamente que este ser distintos no tiene nada que ver con la capacidad ni con la preparación ni con el potencial de cada género. Hay tantas mujeres brillantes como hombres brillantes, pero aún así la participación está muy desbalanceada.

La igualdad no es hija de la semejanza, es hija de la justicia. Cuando la lucha es por igualdad estamos luchando por justicia.

Así entiendo este asunto. No se trata de sustituir la sociedad de los hombres por la sociedad de las mujeres. Se trata de hacer sociedad juntos.

En este, como en tantos otros temas que son de la incumbencia de todos, la pregunta que debe desprenderse es qué podemos hacer para que la realidad de los datos se ajuste más a lo que nosotros entendemos que es la realidad de los conceptos. En otras palabras: ¿qué podemos hacer para equilibrar la balanza? Pienso y sostengo desde siempre que los políticos estamos obligados a pensar este tipo de problemas que perjudican a tantos y tantas. Es así que a mi juicio toda discusión es bienvenida para buscar en conjunto un mejor Uruguay.

En el año 2008 yo acompañé la Ley de Cuotas y ahora pienso hacerlo nuevamente. Los legisladores tendremos que encontrar la mejor manera de aplicarla para que no sea una obligación caprichosa sino que sea un trampolín para ajustar desde la práctica lo que es justo desde lo teórico. Sin embargo, ya sabemos, este no es el único tema sobre el que debemos pensar en este Día Internacional de la Mujer. Como sociedad en general y como políticos en particular, nos toca hablar y discutir y solucionar el enorme problema de los feminicidios.

Vivimos en una sociedad que está enferma de violencia y quienes pagan esa violencia más crudamente son las mujeres y los niños.

Vamos a apoyar la creación del delito de feminicidio porque es una forma que desde el Estado tenemos de luchar contra esa violencia cobarde y de enviar un fuerte mensaje a la sociedad entera.

No voy a votar a favor porque crea que la vida de una mujer valga más que la de un hombre o un niño, como dicen algunos por ahí. Voy a votar a favor porque entiendo que los políticos debemos ser determinantes en el mensaje: no podemos darle la espalda a las miles de mujeres que sufren día a día por la violencia.

Necesitamos mirar esta realidad de frente y sin tapujos y ponernos en campaña para terminar con ella.

Hoy, 8 de marzo de 2017, no podemos darnos el lujo de hablar de otra cosa que no sea justicia, igualdad y empatía.

Todo lo que sirva para que pensemos con más fuerza en este tema, sirve. El paro, si nos hace pensar, sirve. Aumentar las penas, si nos permite tomar una postura clara, sirve. La Ley de Cuotas, si facilita el acceso de la mujer a los círculos de poder, sirve. No es momento de pensar en leyes o en actividades ideales porque en estos casos lo ideal es enemigo de lo bueno. Es momento de hacer que la lucha de las mujeres se potencie desde todos los lugares posibles porque es una lucha que sirve.

Como decía el maestro del derecho Eduardo J. Couture: a veces, para corregir unas desigualdades hace falta crear otras.

 

Jorge Larrañaga

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