Ribeiro: «Es tiempo de bajar la pelota al piso y priorizar el empleo»

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El economista Washington Ribeiro asumió por segundo período como director del Banco Central (BCU) por la oposición —pertenece a Alianza Nacional del Partido Nacional— con un cambio del contexto económico. Ribeiro cree que la economía uruguaya está en «transición» y «estos dos años van a ser complicados».

Remarcó que la política fiscal tiene un «rol fundamental» para moderar la inflación y asegurar el desacople de la región. Respecto a la negociación salarial, indicó que «si las tensiones por la puja distributiva se llevan al límite, todos pueden perder y por eso hay que «fijar como prioridad el empleo».

Lo que sigue es un resumen de la entrevista que Ribeiro mantuvo con El País.

—La inflación se aceleró a 9,02% en 12 meses a julio y en los últimos años está entre 8% y 9%, ¿por qué es tan difícil bajarla?

—Evidentemente, el último dato de inflación si bien implica una suba fuera de lo normal tiene una explicación muy específica que son las presiones por el lado del tipo de cambio y algunos ajustes que se hicieron por el lado del gobierno como los combustibles y el Imesi a los cigarrillos. En una mirada más de largo plazo, el BCU ha llevado adelante una política monetaria restrictiva en la búsqueda de anclar las expectativas y a su vez tratar de hacer converger la inflación al rango. Otro tipo de presiones, ya sea por el lado de los precios internacionales que subieron en su momento y la falta de colaboración de la política fiscal que ha sido claramente expansiva en los últimos años, explican el proceso.

—Más allá de eso, ¿qué más se puede hacer para contenerla?

—Este es un año clave en función que se vota el Presupuesto, 2015 y 2016 son años claves porque se negocia básicamente el 90% de la masa salarial. Eso, sumado a la política monetaria y a la política de tarifas, creo que al mejor estilo de un vehículo de cuatro ruedas, deben traccionar juntos en forma inteligente para anclar las expectativas que es el principal desafío. Y a través de ello, hacer que la inflación vuelva al rango. Hay cierta discusión sobre el 10% de inflación, no se puede trabajar con dos metas. Hay una sola que es de 3% a 7% y hacía ahí se debe apuntar.

—Cuando se está en riesgo de pasar el 10%, se utilizan medidas de todo tipo para moderar los precios, ¿por qué no se hace lo mismo antes?

—Todas las medidas que ha tomado el BCU y que viene tomando (el cambio de instrumento, en su momento la política de encajes y la inmovilización de capitales y ahora las intervenciones en el mercado de cambios y el manejo de los agregados en forma restrictiva) tienen la mira puesta en llevar la inflación al rango-meta. Hoy el desafío de la política monetaria es calibrar el apretón necesario para bajar la inflación contrapesado con lo que implica una economía en desaceleración.

—El acuerdo de precios por 60 días ¿es efectivo para moderar las expectativas y la inflación?

—En términos generales, las políticas de estabilización de precios no pueden recaer en forma permanente ni sobre empresarios ni sobre trabajadores. Este acuerdo, en la medida que ha sido voluntario es positivo porque se da cuando las presiones inflacionarias subieron por el tipo de cambio. Lo que va a permitir es oxígeno para pasar dos meses de presiones inflacionarias un poco exacerbadas, no creo que a mediano o largo plazo afecte las expectativas. El rol fundamental para anclar las expectativas está por el lado de la política fiscal.

—¿Cómo ha visto los primeros lineamientos en materia fiscal?

—La vocación parece ser buena, veremos si los hechos la confirman. En la política fiscal, la prudencia, el pragmatismo y la responsabilidad deben ser tres elementos claves. Evidentemente, el pasado reciente en materia fiscal nos condiciona. Luego de 10 años de crecer a un promedio del 6%, tenemos un déficit fiscal de 3,5% del Producto Interno Bruto. Claramente, el momento ideal para consolidar las finanzas públicas no es este, hubieran sido los años de crecimiento. Pero, los hechos son lo que son. Uruguay está desacoplado de la región, para que ese desacople se confirme y la confianza exista, la política fiscal tiene un rol importantísimo para jugar en los próximos cinco años.

—¿Es suficiente la reducción del déficit a 2,5% en 4 años?

—El gasto público suele ser inflexible a la baja en términos políticos. La corrección se debió haber hecho en el pasado. En mayo de 2013, en esta misma oficina hablábámos de la necesidad de un sinceramiento de la política fiscal y de la política salarial. Eso no ocurrió y deberá ocurrir de aquí en más. Tal vez el punto menos sea insuficiente, pero las circunstancias en las que estamos no sé si el gobierno podría ser más ambicioso.

—En materia salarial, el gobierno presentó pautas de ajustes nominales con correctivos al segundo año y el Pit-Cnt ya dijo que no las acepta, ¿cómo ve eso?

—Sin meterme en profundidad en un tema que no es del BCU, no se le puede pedir ni a los sindicatos ni a los empresarios que cambien su esencia. La esencia de los sindicatos es defender los intereses de aquellos que representan a través del salario y la de los empresarios es maximizar su rentabilidad. En el largo plazo, Uruguay debe ir a una negociación colectiva y pautas de recuperación salarial basadas en la productividad. Estos dos años para el país van a ser complicados, las tensiones a nivel internacional y local son importantes. El rol del gobierno debe ser fijar claramente cuales son los objetivos y las posibilidades. En estos próximos años, si la tensión por la puja distributiva se lleva al límite, todos pueden perder.

—¿El factor empleo es la clave?

—Uruguay tiene un estado de situación económico y socioeconómico determinado y la prioridad en estos años de transición debe estar en no retroceder. Diez años de crecimiento económico le han dado ciertas fortalezas al país, ha habido una mejora del 50% del salario real, ahora es tiempo de bajar la pelota al piso, ver lo que pasa en el mundo, ser sensatos y fijar como prioridad el empleo.

—En las últimas semanas ha sido muy intensa la venta de reservas del BCU, ¿hasta cuándo puede seguir con esa política? Porque esas reservas también tienen como contrapartida deuda del Central.

—El BCU tiene hoy alrededor de US$ 7.000 millones de reservas de libre disponibilidad. Las intervenciones de los últimos días obedecieron a estabilizar el tipo de cambio debido a una sobrerreacción del mercado. El BCU lo que ha intentado es, sin quebrar la tendencia de largo plazo, reducir la volatilidad. Desde fines de 2012 a la fecha, el peso se depreció un 50%, por lo cual lejos está en la voluntad del BCU cambiar la tendencia.

—Pero, ¿hasta cuándo tiene margen para hacer eso?

—La decisión no es intervenir en forma permanente en el mercado. Eso se analiza día a día y al cabo del tiempo se verá. La sobrerreacción de los mercados no va a ser permanente.

—¿Los $ 30 por dólar son un techo para el BCU?

—El BCU intenta reducir la volatilidad. No se ha fijado un techo, ni está en su conducta modificar el régimen cambiario. Por lo cual la flexibilidad continuará y las intervenciones en la medida que el BCU entienda que son necesarias también van a seguir. No hay techo prefijado.

«El gobierno inició con un talante extremadamente pesimista».
Sobre el escenario de desaceleración que enfrenta la economía uruguaya, el director del BCU señaló que «la economía del mundo está en transición. Lo que es claro, es que vamos de un equilibrio alto para la economía uruguaya a un crecimiento más bajo, más parecido al de largo plazo, con un 2015 y 2016 marcados por la incertidumbre. Si bien es difícil pronosticar qué va a pasar en el futuro, mucho dependerá de Brasil, de China y cómo los mercados internacionales se adecuan a esta nueva realidad. Influirá mucho la velocidad y la forma en que EE.UU. vaya subiendo las tasas de interés».

Para Ribeiro «es evidente que la economía se está desacelerando, que la velocidad de la misma está en discusión, por tanto el pragmatismo, la prudencia y la responsabilidad son fundamentales. El gobierno ha anunciado un plan de inversiones, veremos qué capacidad tiene para ejecutarlo y allí está la clave para darle cierta sostenibilidad al crecimiento económico».

Respecto al fuerte deterioro de las expectativas de empresarios y consumidores, expresó que «es lógico en función de una economía que se está desacelerando y de un mundo que todos los días da noticias distintas. No puede sorprender. El gobierno inició su gestión con un talante extremadamente pesimista. El plan de inversiones intenta darle un vuelco a esas expectativas, veremos cómo el Presupuesto, la política fiscal y la negociación colectiva irán marcando el talante».

Fuente: El País

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