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Ribeiro: El gobierno tendrá que “definir una trayectoria fiscal acorde con la realidad”

Ribeiro

Cuando se refieren a él como un técnico, Washington­ Ribeiro aclara que se ve como un economista ocupando un cargo político. En representación del Partido Nacional, integra el Directorio del Banco Central (BCU) pero marca su rol de oposición y habla de las tareas que, opina, debería llevar adelante el gobierno del Frente Amplio. En esa lista pone la necesidad de hacer un manejo disciplinado de las finanzas públicas, porque allí identifica la causa principal de la inflación, hoy en niveles que no son saludables.

“Cuando haya una consistencia sólida y creíble entre la política monetaria, de ingresos y fiscal, la inflación va a comenzar a reducirse paulatinamente”, dijo Ribeiro a Búsqueda. Pero, marcó, esto implica una situación paradójica: “Hay que corregir la trayectoria fiscal cuando el país está desacelerándose. (…) La necesidad está dada hoy, cuando en realidad la política fiscal debería operar de forma anticíclica: ahora para reactivar la economía y en el pasado para no echarle leña al fuego. En el pasado se le echó leña al fuego y hoy tenemos la inflación que tenemos”.

Según el director del BCU, la tasa de crecimiento de la economía en 2015 y 2016 va a “estar muy lejos” del 2,5% que proyectó el gobierno al elaborar el Presupuesto.

Es escéptico sobre las medidas de monitoreo más intensivo de los remarques en los supermercados y la investigación de posibles prácticas abusivas en la formación de precios anunciadas por el Ministerio de Economía. Van a ayudar “muy poco” en el combate a la inflación, dice.

Para Ribeiro, de hecho, “de ninguna manera” la contención del alza de precios al consumo será un “proceso rápido”.

Lo que sigue es una síntesis de la entrevista.

—¿La inflación anual por encima de 10% que se configuró en febrero —por primera vez desde 2004— obedece a factores extraordinarios, como dice el gobierno, o hay una raíz más estructural?

—La inflación está fuera del rango establecido por el Comité de Coordinación Macroeconómico desde hace muchísimo tiempo y ha estado cerca del límite de 10% prácticamente todo el año pasado. Ahora se supera ese nivel básicamente por el ajuste de las tarifas que el gobierno llevó adelante en enero y algún otro ajuste en febrero. Es decir, aun cuando dichos ajustes no hubiesen ocurrido el riesgo de llegar a ese nivel estaba presente y no son estos eventos circunstanciales los que explican una dinámica de la inflación claramente fuera del rango meta desde hace años.

—Entonces, ¿la inflación mantendrá dicha dinámica en el corto y mediano plazo?

—El objetivo del banco y mío en particular es trabajar para que la inflación baje y que en el futuro vuelva a estar en el registro saludable para la economía uruguaya, que es el centro del rango, es decir 5%. Para que ello ocurra claramente tienen que tomarse otro tipo de decisiones en política económica y de Estado en general; en la medida en que eso ocurra paulatinamente las expectativas se van a ir corrigiendo y la inflación también. Pero no será un proceso rápido, de ninguna manera.

—¿A qué tipo de decisiones se refiere?

—Se deben revertir aquellos elementos que determinaron que la inflación esté hoy donde está. Y ahí el rol protagónico lo tiene la política fiscal: el manejo de las empresas públicas y el manejo expansivo del gasto le han dejado al gobierno poco margen de maniobra. Cuando haya una consistencia sólida y creíble entre la política monetaria, de ingresos y fiscal, la inflación va a comenzar a reducirse paulatinamente. A esto también debería colaborar la desaceleración económica y del consumo.

—Analistas y políticos de la oposición han dicho que las últimas decisiones en materia de tarifas encubren un ajuste fiscal. ¿No va esto en la dirección que usted reclama, a favor de una consistencia de las políticas?

—Hay un déficit importante y evidentemente el ajuste de las tarifas de enero obedece a necesidades fiscales por consecuencia de una política que al cabo de los años ha llevado a que, a pesar de haber crecido durante una década, Uruguay siga teniendo un déficit fiscal que ahora está en niveles cercanos a 4% del Producto.

Dada la situación económica y los condicionamientos políticos existentes, en las próximas Rendiciones de Cuentas el gobierno tendrá que definir una trayectoria fiscal acorde con la realidad, que es de un crecimiento económico muy modesto para este año y el que viene.

—¿La ley de Presupuesto que entró en vigor en enero no se adecua a esa realidad problemática en materia fiscal que usted señala?

—No. La ley fue hecha sobre la base de supuestos que hoy no se han concretado. Establecía un crecimiento económico de 2,5% para 2015 y algo similar para 2016, y vamos a estar muy lejos de esos valores. La ley fue elaborada en un contexto distinto al de hoy y en base a proyecciones que no se han cumplido, por lo que, repito, en las próximas Rendiciones habrá que ir corrigiendo la trayectoria fiscal. Esto es paradójico: hay que corregir la trayectoria fiscal cuando el país está desacelerándose. El momento para hacer las correcciones fiscales y para dar sustentabilidad no es ahora, fue en el pasado, mientras crecíamos. Dado que eso no se hizo, la necesidad está dada hoy, cuando en realidad la política fiscal debería operar de forma anticíclica: ahora para reactivar la economía y en el pasado para no echarle leña al fuego. En el pasado se le echó leña al fuego y hoy tenemos la inflación que tenemos.

—¿Siente que el BCU está solo en la pelea contra la inflación?

—El banco hace lo que entiende que debe hacer de la mejor manera, no mira para el costado. Cada uno tiene que asumir sus responsabilidades.

—A la luz de estos desequilibrios, ¿cree que puede estar en peligro la calificación de grado de inversión no especulativa —investment­ grade— que tiene Uruguay?

—El país está permanentemente en estado de revisión por parte de las calificadoras. En función de las decisiones que el país vaya tomando va a mantener o no ese grado inversor. Yo aspiro a que el sistema político uruguayo —y sobre todo el partido de gobierno— tome las decisiones necesarias para mantener el investment grade, sobre todo en un contexto internacional claramente desfavorable y complejo.

—¿Tiene sentido mantener un rango meta de inflación de entre 3% y 7% que casi siempre se ha incumplido%? ¿Esto no termina dañando la reputación del BCU?

—El rango lo fija el Comité de Coordinación Macroeconómica y, en definitiva, es un acuerdo entre el Ministerio de Economía y el BCU. Marca un parámetro, una meta, que claramente se ha incumplido. Pero también fija un objetivo a largo plazo que es satisfacerlo: si el rango no existiera, por ahí podríamos darnos por satisfechos con una inflación de 10%. Y yo no estoy satisfecho con una inflación de 10% no solo porque se incumple con la meta sino por los perjuicios que implica para la sociedad. De igual modo, tener una meta en el horizonte es lo que nos permite definir a nosotros la política monetaria.

—Tras conocerse el dato de inflación de febrero el ministro de Economía anunció que se exigirá a los supermercados que informen diariamente los remarques y pidió a la Comisión de Defensa de la Competencia que estudie posibles prácticas distorsivas en la formación de precios. ¿Qué efectos concretos puede tener este tipo de acciones?

—Muy poco, honestamente muy poco. Insisto: los factores que explican la inflación fueron una falta de consistencia entre la política de ingresos, fiscal y monetaria que llevaron a la situación en que estamos. En ese lapso hubo acuerdos (de congelamiento) de precios y ahora está esto, que no creo que sume demasiado.

—Como señal hacia el empresariado, ¿son medidas correctas? ¿No es como decir: “los estamos vigilando”?

—Al empresariado se le pidió un esfuerzo con el acuerdo de precios y el 29 de diciembre se le modificó la modalidad de cálculo del Impuesto a las Rentas de las Actividades Económicas. Hubo un cambio de las reglas impositivas en el medio del acuerdo; esta fue la señal más fuerte que se ha dado en los últimos tiempos al empresariado. Fue una mala señal.

—El BCU resolvió subir los encajes bancarios desde abril, como otra acción de combate a la inflación. ¿Qué impacto se espera que tenga esta medida?

—Sobre fines del año pasado y principios de 2016 hubo una cierta aceleración del crédito al consumo. Lo que se busca es frenar esa aceleración y trabajar sobre los agregados monetarios, reduciendo la cantidad de dinero para contener el alza de precios.

—¿No se corre riesgo de acentuar la desaceleración de la actividad económica al frenar el crédito?

—La economía ya está desacelerada y la reactivación pasa por mejorar la inversión y desarrollar proyectos en materia de infraestructura, más que por esta medida en particular. No creo que la suba de encajes vaya a profundizar la desaceleración.

—¿Percibe un peligro de estanflación, como vienen advirtiendo varios analistas?

—Inflación ya tenemos; esperemos que estancamiento no. Esperemos que el gobierno tome las medidas adecuadas para reactivar la economía lo antes posible. Las cosas no van a pasar solas.

—¿Qué medidas se deberían adoptar?

—El gobierno tendrá que estimular la inversión y así reactivar la economía. Ojalá que se cumpla el plan de inversiones por U$S 12.000 millones anunciado hace un año; por ahora no lo veo.

La reactivación va a demorar más de lo deseable y seguirá habiendo problemas de empleo. No comprometo con esto la opinión del BCU: no creo que la economía se vaya a reactivar en este 2016 y en 2017. El crecimiento podría ser en torno a 1%, y eso dependerá de múltiples factores: de cómo se vaya fortaleciendo la economía a escala internacional —sobre todo Estados Unidos—, de cómo China vaya sobrellevando sus problemas y cuán profunda sea su desaceleración, de lo que pase con los países exportadores. Pero sobre todo, la reactivación dependerá de la capacidad que el gobierno tenga para estimular aquellos proyectos de inversión anunciados el año pasado.

—El ministro de Economía y el presidente del Banco Central adelantaron que en abril el Comité de Política Monetaria (Copom) hará más contractiva dicha política. ¿Qué tan intenso será ese apretón?

—Seguramente, la política adquiera un sesgo más contractivo, pero lo que va a decidir el Copom se comunicará en su momento.

—¿Ha sido eficiente la estrategia de manejo de los agregados como instrumento de la política monetaria seguida en estos años?

—La tasa de interés es un instrumento mucho más transparente y visible para los agentes económicos, pero había dejado de ser indicativa. La política de agregados le dio al BCU un mayor margen de maniobra que con la tasa no tenía.

Por otro lado, la política monetaria llega hasta donde puede.

—¿Y puede mucho o poco?

—Podría más si hubiera consistencia entre todas las políticas. Si la política fiscal durante los años de crecimiento hubiera sido más moderada, si la política salarial hubiera estado más asociada a la productividad, la política monetaria hubiera traccionado más de lo que lo hizo. Y si la política monetaria no hubiese tenido el sesgo que tuvo en estos años, capaz que al 10% hubiese llegado un buen tiempo atrás.

—Desde el año pasado el BCU viene vendiendo dólares en el mercado para evitar los movimientos bruscos en la cotización, según dicen sus autoridades. ¿No es eso ir contra la tendencia que determinan los fundamentos de la economía?

—En los últimos dos años el peso se ha depreciado en Uruguay; lo que está en discusión es la velocidad.

El BCU ha venido interviniendo para reducir la volatilidad y para contrarrestar algunos cambios en el portafolio de las AFAP. Pero la tendencia que el dólar tiene en el mundo se está respetando: la evolución de la moneda uruguaya es semejante a la de otros países, no así con Brasil, donde la situación política y económica es muy especial.

El tipo de cambio está evolucionando de acuerdo con sus fundamentos y, sobre todo, a cómo el dólar se mueve en el mundo. Tenemos un régimen de cambio flexible y a esa flexibilidad hay que permitirle que opere como estabilizador.

—A raíz de esas ventas de divisas, los activos de reserva han caído y los que son de libre disponibilidad rondan actualmente los U$S 3.500 millones. ¿Hasta cuándo es razonable seguir utilizándolos con ese propósito?

—En 2016 las intervenciones se han moderado muchísimo y en tanto no se visualicen riesgos de movimientos bruscos, no intervendrá. Por eso el dólar seguirá la tendencia a escala internacional; esa es la vocación que el banco tiene.

La posición de activos hay que verla junto con la posición de pasivos, que prácticamente se redujeron el doble. Debido a eso la posición patrimonial del banco es más sólida que un año y medio atrás.

Permanentemente estamos monitoreando el nivel óptimo de reservas, en un mercado cada vez más volátil y con cambios rápidos a nivel internacional. La trascendencia de un esquema muy cualitativo como es la medición del nivel de reservas óptimo es muy cambiante, y lo que hoy puede parecer suficiente mañana no. Pero en términos generales estamos satisfechos con el nivel de reservas que tenemos.

Fuente: Entrevista de Ismael Grau para Búsqueda

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