El 8 de noviembre el diputado Jorge Gandini relanzará el Movimiento Nacional Por La Patria en apoyo a la candidatura del senador Jorge Larrañaga.
Decir Movimiento Nacional Por La Patria (PLP) es lo mismo que decir Wilson Ferreira Aldunate porque fue allí donde el mayor líder que el Partido Nacional tuvo en los últimos años canalizó de forma más contundente sus ideas y acciones al servicio del país y del Partido.
Fundado en 1969 el nuevo movimiento se convirtió en un faro de referencia política e ideológica. Nadie discute lo que significó y el rol que jugó aquel movimiento fundado cuando el país atravesaba situaciones críticas.
La contundencia de sus ideas, la practicidad de sus propuestas y la humanidad de su mensaje para un Uruguay fragmentado por fanatismos y posicionamientos extremas que tensaban y destruían la sociedad y debilitaban las instituciones, no tardaron en imponerse en el corazón de los uruguayos que anhelaban una salida diferente a la agresión guerrillera, la represión estatal y por supuesto la dictadura militar.
Wilson fue el único capaz de presentar un mensaje conciliador para sacar al país de la espiral de violencia en que había caído. Aunque no lo escucharon tendió puentes tanto con el entonces presidente democrático Juan M. Bordaberry y los tupamaros Julio Marenales y Mauricio Rosencof con el único objetivo de «parar la sangre y buscar la paz».
PLP nació en circunstancias extremadamente graves, creció y maduró en plena dictadura militar, y se potenció en el reencuentro democrático a pesar de que Wilson fue excluido por el pacto del Partido Colorado y el Frente Amplio con la dictadura militar.
Censurado en 1984 se convirtió en la esperanza de miles de compatriotas que lo votarían en las elecciones de 1989, pero la vida no siempre da revanchas, ni es justa: el 15 de marzo de 1988 una enfermedad terrible se lo llevó.
Sin embargo su espíritu permanece fortalecido y fortaleciéndonos.
Casi 30 años después su legado se mantiene, ha crecido y empuja por reaparecer en las batallas que Wilson mejor daba, las batallas políticas. Tal es su vigencia que aún aquellos que lo combatieron reconocen en él lo que le negaron en vida.
Por esa vigencia, por ese reclamo de las viejas generaciones que lo conocimos y votamos, pero fundamentalmente por las nuevas que no comprenden cómo una corriente tan fermental se mantiene adormecida, es que PLP vuelve a renacer.
Y lo más importante es que no se trata de un reconocimiento superficial como el pegotín en el termo, sino del inicio de un proceso profundo que le va a devolver al país el wilsonismo que le fue tan útil y que nunca debió perder.
Como el propio Wilson decía «Somos viento nuevo en viejas banderas».
Edmundo Roselli.