Autonomía y fortalecimiento de los centros educativos

Es central otorgar progresivamente autonomía a los centros educativos para que puedan formular en el marco nacional y con vocación universalista, un proyecto pedagógico apropiado a las necesidades de sus alumnos y expectativas de las familias. Ello requiere procesar una evaluación institucional que provea evidencias, como insumos para la definición de un plan estratégico de mejora en aprendizajes, gestión y convivencia. A los efectos de construir efectivas comunidades educativas de aprendizaje se requiere concentrar a los educadores en una sola institución, evitar las elecciones y rotaciones de centro educativo todos los años y, en la enseñanza media, progresar significativamente hacia cargos de profesores en lugar de horas. La composición de los cargos deberá contemplar un porcentaje de horas para enseñanza en el aula, otro para los trabajos institucionales y de coordinación pedagógica y otro para apoyo a los estudiantes con rezagos, elaboración de materiales didácticos e intercambios con las familias. El fortalecimiento de los aprendizajes requiere mínimamente definir competencias fundamentales que el estudiante debe adquirir en cada grado y los correspondientes desarrollos cognitivos a activar.

MAYOR PROTAGONISMO DE LOS DIRECTORES

Los Directores deben disponer de márgenes de decisión para conformar un equipo docente con un fuerte compromiso con el proyecto pedagógico del centro educativo. Se necesita asegurar la continuidad del equipo de Dirección en el Centro educativo y fortalecer su liderazgo pedagógico. Es necesario adoptar medidas que promuevan la estabilidad de los equipos docentes, factor clave para concebir y desarrollar planes que se extiendan y sustenten en el tiempo.

MARCO CURRICULAR COMÚN

Uno de los cambios necesarios es la formulación e implementación de un marco curricular común a toda la enseñanza general. Dicho marco debe brindar coherencia al trabajo pedagógico en los distintos campos de conocimiento a lo largo de los diferentes ciclos. Especialmente, debe posibilitar un adecuado tránsito entre subsistemas y en el recorrido por la educación media superior. Para que ello sea posible es necesario determinar perfiles de egreso de cada ciclo, que aseguren una articulación adecuada con los saberes a adquirir en el próximo tramo. Ese marco curricular común debería ambientar reformulaciones en los formatos institucionales, que acusan compartimentaciones y espíritu “de chacra” que fragmentan el proceso educativo y que hoy no dialogan adecuadamente entre distintos niveles, colocando en el centro el interés por la retención del estudiante. Ese marco curricular común debería incorporar otros formatos pedagógicos que no se restrinjan a saberes contenidistas, sino procesos de activación cognoscitivos explícitos, competencias que permitan movilizar saberes para resolver situaciones, capacidades de emprendurismo, trabajos por proyectos multidisciplinares y atender –especialmente en la etapa adolescente- la construcción de subjetividad y de un proyecto de vida del estudiante.

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