Jorge Larrañaga golpea fuerte la mesa. Habla y gesticula con vehemencia sentado detrás de un pequeño escritorio en su despacho. El senador blanco, líder de una mitad del Partido Nacional, mantuvo un estricto silencio al principio del gobierno, pero ahora parece decidido a marcar la cancha de la oposición. Y no anda con vueltas, levanta temperatura mientras lanza sus críticas. Encarnado en su versión más combativa, Larrañaga dice que está «enfrentado» al gobierno y que así debe plantarse la oposición. Algunos de sus dardos apuntan al presidente Tabaré Vázquez, al ex presidente José Mujica y al ministro de Economía, Danilo Astori, como «responsables» de la «vergüenza nacional» de la aerolínea Pluna.
En el único momento que calla es cuando se le pregunta sobre una posible precandidatura para el 2019. Eso sí, advierte que no quiere que le hablen más de unidad en el Partido Nacional, porque ya colaboró «más que nadie» para ese fin.
Lo que sigue es un resumen de su entrevista con Búsqueda.
—Estuvo unos cuantos meses con bajo perfil y ahora sorprendió con una fuerte presencia pública. ¿A qué se debe?
—Uno sale o no sale, no en función de una estrategia, sino por considerar que tiene algo para expresar. No hay una suerte de plan de aparición o de ocultamiento. Me parece que hay un tiempo para salir y hay un tiempo para callar. Algunos acontecimientos de hace unos días nos parecieron convenientes para salir. Expresiones como la del ex presidente Mujica, diciendo que en el Frente está el gobierno y la oposición. Entendíamos inauditas esas declaraciones, insólitas.
—¿Se sintió azuzado por Mujica?
—No, no, no. No es por Mujica, es por un conjunto de hechos. Este es uno de los tantos que fueron generando la decisión de salir. No es precisamente lo que dijo Mujica, culmina la decisión de salir con algunos de esos comentarios.
—¿Entonces no fue que se tomó un tiempo de reflexión, para ver cómo venía el gobierno y evaluar cómo salir a marcar la cancha?
—No se trataba tampoco de salir por salir. Además había pasado un proceso electoral y departamental. Queríamos ver cómo se sucedían los acontecimientos. En función de cómo fueron después dándose los hechos, resolvimos hacer algunas declaraciones que por supuesto esto no involucra la necesidad de hablar todos los días.
—En este espacio en el que tuvo un perfil discreto, hubo dirigentes de Alianza Nacional que bajo cuerda reclamaron otra actitud de su parte, que salga a cuestionar al gobierno, pero también a marcar una línea de trabajo para el sector. ¿Se lo hicieron saber así?
—No, hemos conversado con los compañeros. Hemos analizado estos temas, ellos saben de mis pensamientos y saben también que nuestra forma de posicionarnos involucra algo que guarda coherencia con lo que hemos hecho. Fue lo que hicimos en el gobierno de Jorge Batlle. Nosotros creímos que había llegado un momento en donde había que terminar con aquel gobierno de coalición y convocamos la convención del partido para retirar los ministros. Lo hicimos pero luego de ayudar al país para evitar el default que el Frente Amplio y Tabaré Vázquez pedían. En el primer gobierno de Tabaré Vázquez no dudamos en apoyar cuando el conflicto con Argentina. Otro tanto hicimos en el gobierno de José Mujica, cuando aparecía por acá en el Parlamento y nos decía que pretendía hablar con referentes de la oposición. Y ayudamos en el tema de la seguridad e impulsamos un acuerdo nacional por la educación. Eso fue así hasta que comprobamos que se estaba incumpliendo ese acuerdo y dijimos «hasta aquí llegamos». Es decir, tenemos una posición de coherencia en tener lealtad y dureza. Y yo creo que esa es la posición que el partido tiene que tener con respecto a este gobierno. Lealtad para con las cosas que le sirvan al país y mucha dureza, mucha dureza, y crítica frente a aquellos hechos que lo ameriten. Nosotros estamos en la vereda de enfrente. Estamos enfrentados a este gobierno. Ese es mi posicionamiento y no es antojadizo. Me parece que refleja lo que tenemos que ser. No estoy de acuerdo con esa expresión de que la oposición está debilitada, que es ejercida más por el PIT-CNT que por los partidos, que dentro del gobierno cohabitan el gobierno y la oposición. No. La oposición es aquella que pudiendo decidir cosas ahí en el hemiciclo donde se vota, vota en contra del gobierno. ¡Esa es la oposición! El PIT-CNT no vota en el Parlamento y el Frente Amplio no va a votar en contra de lo que mande el presidente. Entonces, nosotros somos la oposición. El Partido Nacional es la oposición y es la alternativa.
—La lectura que se puede hacer de sus palabras es que mientras usted se mantuvo alejado, se generó un ambiente para que se diga que la oposición es tibia. ¿Siente que tuvo que salir usted porque no había otros actores en la oposición que dijeran cosas?
—Sería una petulancia de mi parte que no me lo podría permitir. Un acto de soberbia. He salido porque entiendo que había que salir, no en función de lo que digan los demás. Siempre he tenido independencia y mi estilo de hacer política es en función de lo que siento y lo que es mi obligación. Rechazo esa tesis de grado totalitaria que dice que como los blancos y colorados perdieron la elección y no tienen mayoría parlamentaria no pueden hablar. Bueno sería que no pudiéramos hablar, que no podamos decir lo que pensamos. En un país donde ha crecido al 6% durante diez años y se entrega un gobierno con un déficit de 3,5% del Producto. En un gobierno donde tenemos vulnerabilidades muy grandes en seguridad, educación, infraestructura. En una fuerza política que pasó de ser socialdemócrata a socialpopulista. En donde hacían gala de que tenían gestión y transparencia y resulta que ahora no tienen ni gestión ni transparencia. Y dónde hay escándalos que todavía no han quedado definitivamente resueltos.
—¿Cómo cuáles?
—Lo de Pluna. Lo de Pluna es una vergüenza, una vergüenza nacional. Y es de responsabilidad de Vázquez, Mujica y Astori. 140 millones de dólares al Scotiabank, más de 30 millones de dólares a Ancap, 17 millones al Banco República, 65 millones de capitalización. Eso es una aventura de más de 300 millones y pico de dólares que ha perdido el país. Los socios que trajeron y que festejaron y se sacaron fotos terminaron presos por estafa. Y en la distribución de responsabilidades penales, en el gobierno se recibieron las penas más leves. Estas cosas hay que decirlas con contundencia, sin el puño crispado, sin ademanes violentos, pero siendo consecuentes con una forma de actuar y pensar.
—Usted dijo que está enfrentado al gobierno, ¿en qué temas le puede tender la mano?
—En todos aquellos en que la precise. Estar en la vereda de enfrente no significa que vamos a tener una actitud rupturista con el gobierno. Si tenemos que ayudar, estamos dispuestos a hacerlo. Ahora, que marquen líneas claras. No estamos dispuestos a que estén en un amague permanente. A que estén generando cortinas de humo. Tengo un lío acá y armó una cortina acá donde salgo a decir que voy a impulsar una reforma de la Constitución para examinar el derecho de propiedad…
—¿Es una cortina de humo la reforma constitucional?
—Es una herencia mujiquista. El ex presidente y su sector han sido expertos en eso.
—¿En distraer la atención?
—Bueno, lo hicieron en los cinco años pasados. Y parece que ha ganado al Frente esa forma de actuar. Ahora el último bolazo es tirarle con todo a iniciativas como los liceos privados. ¿Cuál es la idea? ¿Igualar para abajo? Ser todos iguales, pero en el desconocimiento. No. Ese tipo de iniciativa, no. Por eso estamos en la vereda de enfrente y cada vez que nos convoquen con algo sensato para discutir, lo vamos a hacer. Ahora, queda la misma distancia para nosotros ir hacia la Torre Ejecutiva que para que ellos vengan al Parlamento. Pero que no nos vengan a decir que porque nos ganaron las elecciones no tenemos ninguna razón y que no podemos hablar. Porque es intolerable en un régimen democrático.
—¿Hay menos carta de crédito después de diez años de gobierno del Frente Amplio?
—En el primer gobierno de Vázquez teníamos cierta expectativa, pero se nos pegó un portazo con la participación en las empresas públicas. Ya de pique. En el gobierno de Mujica, aparecía en el Parlamento vuelta y media. Estábamos en nuestro despacho, sonaba el teléfono, era el senador Alberto Couriel: «Che, Jorge, está el presidente Mujica, está con Eduardo Bonomi, quiere hablar con la oposición. ¿Dentro de media hora les parece bien?». Pero eso duró lo que duró. Fueron tirando la piola hasta que se quedaron con toda la piola. Bueno, se quedaron con toda la piola, pero no se quedan con nuestra voluntad. Y vaya si me criticaron a mí, incluso desde el Partido Nacional, vaya si me dijeron cosas por el acercamiento, por ir a la chacra y tomar un mate. Como si eso generara una suerte de contaminación, cuando la esencia de la vida nacional es el diálogo. Ahora, díálogo sí, estupidez, no. El Frente mintió y fueron soberbios. Antes de octubre todo se podía hacer. Y ahora resulta que después de las elecciones hay muchas más dificultades. Por una semana la desautorizada fue la ministra Carolina Cosse, cuando se suspendió el Antel Arena. Y ahora el desautorizado es Astori. Eso no es serio.
—Recién decía que la reforma constitucional es una cortina de humo. ¿Que va a hacer el Partido Nacional frente a esto?
—Cualquier cosa menos andar como un pichicho frente a los grititos del Frente Amplio.
—¿Cómo es eso?
—¿Cómo es eso? ¿Y cuál es la reforma? Si hay 17 reformas, hay tantos intentos de reforma en el Frente como sectores tiene. Que digan claramente y seriamente qué quieren.
—¿Ha hablado con Luis Lacalle Pou para una estrategia en conjunto para ser oposición o cada uno sigue su trillo?
—No, no. Tenemos una muy buena relación con Lacalle Pou y con todos los compañeros del partido. Cada uno sabe a qué atenerse. Por nuestros hechos nos juzgarán y están a la vista cuál es el posicionamiento que tiene cada sector. Y tampoco es un regimiento. El Partido Nacional no es un regimiento, alcanzaremos la unidad sobre la base de la diversidad. Nunca una fuerza política ha tenido tantos enfrentamientos y tantas divisiones como el Frente Amplio y no tiene que dar cuenta a nadie y resulta que nosotros o hacemos gárgaras de unidad o somos unos antropófagos que nos queremos tirar de la Torre de las Telecomunicaciones para abajo. No. Pero además, yo he trabajado más que nadie por la unidad del partido, he dado ejemplos de unidad. Lo que pasa es que nosotros nos pegamos un tiro en las patas con la reforma constitucional de 1996. Los campeones de los candidatos únicos le decían al país que era inmoral acumular de manera conjunta aquellos que pensaban diferente. Y ahora han aprovechado como nadie la multiplicidad de candidatos en todas las intendencias para intentar ganar la mayor cantidad. Y nosotros nos pegamos un tiro en las patas: candidato único. Y somos el único partido que tiene interna. Y tenemos un desgaste enorme y después llegamos a la elección nacional de lengua afuera. Entonces a mí de unidad que no me vengan a hablar más. Que no me hablen más porque yo he colaborado más que nadie en la unidad del Partido Nacional.
—¿Y no hay una estrategia de actuar en bloque ahora justamente para llegar menos desgastados tras las internas?
—Bueno… Vamos a ver.
—Lacalle Pou tenía la idea de involucrarlo a usted en recorridas por el interior para ir sembrando militancia pensando en el 2019…
—No, no, no. No sé. Lo tendremos que hablar. Veremos.
—Hace unos días el politólogo Adolfo Garcé publicó un análisis a propósito de su reciente irrupción con fuerza en el escenario político y decía que ahora cuesta no imaginarlo como precandidato para el 2019. ¿Usted qué dice?
—No voy a hacer comentarios.
—¿No le merece ningún comentario?
–Aunque me den vuelta la pregunta, la den vuelta para un lado y para el otro, tampoco voy a hacer comentarios. No voy a hablar de candidaturas. Está fresquita la instancia electoral. No voy a hablar ahora y capaz que en los próximos años tampoco hable de candidatura.
Entrevista de Federico Castillo y Guillermo Draper para Búsqueda.
Foto de Nicolás der Agopian