Saltó finalmente al ruedo político en su papel de candidato, algo que conoce bien. En estos tiempos, el precandidato hizo autocrítica, reconoció errores y está “convencido” de que va a “ganar” la Presidencia en 2019.
A sus 60 años de edad, subrayó que “nadie me ha regalado nada en la política” y que ha “luchado siempre”. Será el referente del legado wilsonista, pero además de la ideología de su caudillo, él planifica “lo que el país precisa para el futuro”.
—Finalmente decidió ser precandidato. Será la cuarta vez que va a competir en una interna nacionalista. ¿Qué lo decidió?
—Pretendo defender un conjunto de ideas, un proyecto político que sigue estando plenamente vigente. Mucha gente me ha pedido que sea precandidato y creo que uno al aprender de los errores tiene la posibilidad de llevar adelante un proyecto que le sirva al partido y al país. Salgo convencido y a ganar. Por eso la frase Venimos de vuelta (NdeR: del video de Facebook donde anunció que competirá) con un proyecto nacionalista, wilsonista, popular, integrador.
—Usted va a enarbolar la bandera del wilsonismo. ¿Le llega a las generaciones más jóvenes con ese mensaje?
—El hecho de no conocer a Wilson no significa que él no haya dejado una gran enseñanza. Hoy miles que no conocieron a Wilson siguen sus ideas, su ejemplo. El proyecto es nacionalista, que no se queda solo en las ideas de Wilson, sino también en lo que el país precisa hacia el futuro. Es una propuesta honesta y seria. Estamos convencidos de eso. Tengo la decisión de desafiar la adversidad y la obligación de no ser espectador de la sociedad. Vemos que a veces los políticos nos hemos alejado de la gente. Hay que interpretar ese sentimiento y hacer que el partido se acerque a la gente.
—Algunos dirigentes pedían una fórmula acordada para evitar desgastes. ¿Comparte la idea?
—No. No se puede sustituir el camino de las urnas en el Partido Nacional. Las urnas son el instrumento de legitimación dentro de la democracia y no le agrega ningún desgaste el pasar por el filtro de la decisión de la gente. Estoy profundamente convencido de esto.
—¿En qué quedó la conformación del megasector Juntos que había lanzado el año pasado?
—Es un proyecto vigente que supone un proceso. No es una construcción de hoy para mañana. El proyecto Juntos es un proyecto país porque hay un sistema político dividido, una sociedad crispada, y por eso hay que impulsar un proyecto superador que no pasa por la negación absoluta de todo lo que se ha hecho, sino por impulsar una visión superadora. Este proyecto puede tener sucesivas etapas.
—¿Un objetivo de este proyecto puede ser atraer a frenteamplistas desencantados con el gobierno, que apoyen sin perder su identidad frenteamplista?
—Ese proyecto es amplio, inclusivo, abarcativo de nacionalistas y de gente de otros partidos que puedan confiar en el nuestro como instrumento para mejorar la sociedad y el gobierno.
—¿Hay lugar para una tercera vía o corriente en el Partido Nacional?
—No voy a hablar de los espacios que puedan existir. Eso lo va a determinar la gente. Yo tenía necesidad de definirme y fue lo que hice tras un tiempo de reflexión. Hablé de lo que pasó, de los errores que cometí para aprender de ellos, tomar experiencia de ellos. Cuando faltan menos de dos años para la interna creí oportuno salir. Hablé con los compañeros de todos los sectores, hablé con los principales referentes de los sectores para que no se enteraran por la prensa, hablé con intendentes, legisladores, líderes políticos. Esta decisión no va en contra de nadie sino a favor del partido que integro. No tengo que dar fe de ser blanco. He dado ejemplos siempre de trabajar y no solo hablar a favor de la unidad del partido.
—¿Cómo es hoy su relación con los intendentes de Alianza Nacional, que habían comenzado a conversar para eventualmente armar un grupo nuevo?
—Tengo pleno aprecio y afecto por los intendentes del Partido Nacional. Hablé con todos y entiendo que hay que respetar los tiempos de todos, de la misma manera como han respetado mis tiempos. Lo que importa es el final del camino. Me parece que en lo fundamental vamos a estar juntos porque la fuerza política que gobierna está programáticamente decadente, tiene enormes dificultades porque pese a tener 13 años de crecimiento económico no hay mejor educación, salud, seguridad, infraestructura. Es intolerable además el nivel de impuestos. No hay eficiencia, disciplina y orden fiscal para manejar la economía.
—Recién habló de errores que cometió y de los cuales tomará la experiencia. ¿Cuáles son esos errores que identificó?
—Cuando se producen determinados resultados es porque evidentemente se han cometido errores. Los he analizado, no voy a hacer una enumeración porque ese proceso de autocrítica se hace con los compañeros y se adoptarán las medidas para buscar la construcción que el país necesita. A mí nadie me ha regalado nada en la política. He luchado siempre, salí de Paysandú, fui dos períodos intendente y he llevado adelante la construcción de un proyecto político que tiene enorme vigencia y de un vital aporte para el Partido Nacional. Cuando dije Venimos de vuelta es porque he recorrido un camino que me avala y me da fortalezas. Estoy convencido de lo que alguien dijo (NdeR: Babe Ruth, famoso beisbolista estadounidense): Es muy difícil derrotar a quien nunca deja de luchar. Y este es un legado wilsonista que me ha marcado siempre. Tengo 60 años, que la gente decida. Es un principio democrático insustituible.
—Hace años que está en el Senado. Más allá de que es algo que le otorga la gente a un partido, ¿es bueno para un gobierno tener mayoría parlamentaria?
—La mayoría parlamentaria que se ha dado por mandato de la gente ha terminado por ser algo contraproducente para el gobierno y para el país. Hemos tenido una mayoría regimentada en tres períodos de gobierno donde no se ha tomado en cuenta a la otra mitad del país. Este va a ser el desafío que tenemos por venir, gobernar sin mayorías que es lo que va a pasar después de la elección de 2019, porque ninguna fuerza política va a tener mayoría parlamentaria. Hay que impulsar las respuesta en cinco o seis temas vitales.
—¿Se perdió la negociación en el Senado? ¿Ya no se negocia a causa de la mayoría parlamentaria?
—El grave problema que ha tenido el Frente Amplio es que en sus tres períodos de gobierno, con franqueza, nunca tuvo a un referente que representara a Tabaré Vázquez o a José Mujica. Esto es una realidad comprobable. Cuando gobernó el Partido Nacional había referentes en el Senado, cuando gobernaron Sanguinetti y Batlle había referentes que representaban a los presidentes. El problema del gobierno es que el presidente queda solo, condicionado por la Mesa Política, que está separada de la representación parlamentaria del gobierno. Eso dificulta los acuerdos en el Parlamento. Por eso las mayorías parlamentarias tantos años en manos de un partido han complejizado la realidad política.
—Transcurrida la mitad del segundo gobierno de Tabaré Vázquez, ¿puede compararlo con la primera administración?
—El país es diferente, pero el gobierno del Frente Amplio se ha agotado. El Frente no ha tenido respuestas. No hay ninguna herramienta más redistributiva e importante que la Educación y el Frente ha dejado la Educación en manos de los corporativismos. Tenemos un nivel intolerable de impuestos y la población ya se ve agobiada por ello. No se defiende al productor, al comerciante, al trabajador. Se le pone alfombra roja a emprendimientos extranjeros pero tenemos sectores de la producción con enormes problemas, como el lácteo. Es evidente que el Frente tiene problemas para dar respuestas desde el gobierno.
—Si ganara el Partido Nacional seguramente se resolverá importar combustible en vez de refinarlo en La Teja para dejar de perder dinero. ¿Cómo se manejaría la relación con el sindicato de Ancap que obviamente se opondría a esto?
—Yo creo en el diálogo con los sindicatos. Ante un triunfo del Partido Nacional es evidente que los sindicatos reformularían su posición. Podrá ser más dura o podrá ser diferente porque los sindicatos advertirán que ya no tendrán una fuerza política que les cabresteará permanentemente. No obstante eso, el diálogo va a ser un instrumento vital para ambas partes. Frente a un cambio de gobierno nadie puede ser tan obtuso de no reconocer la realidad y advertir que en una democracia hay que dialogar siempre. Eso requerirá solidez, firmeza, equipo, respaldo parlamentario.
—Con vistas al futuro, ¿se ha planteado volver a ser candidato a la Intendencia de Paysandú?
—Con toda franqueza no, porque voy a ser presidente de la República.
PARA LARRAÑAGA, LA EDUCACIÓN NECESITA UN “BLINDAJE POLÍTICO”.
«Si somos gobierno, el Frente Amplio estará en el Codicen»
El senador Jorge Larrañaga adelantó que si los nacionalistas ganaran la elección de 2019, habrá presencia del Frente Amplio en los organismos de control de la educación.
—Si el Partido Nacional ganara las elecciones de 2019, ¿qué medidas de shock habría que adoptar para mejorar la educación?
—Lo más importante es rescatar la educación para la sociedad, para la gente. La primera medida es que el gobierno de la educación no sea un gobierno impregnado de corporativismos. Lo primero que haría es que las autoridades de la educación fueran de todos los partidos.
—¿Se le daría participación al Frente Amplio como oposición y no como ahora, donde todo es oficialismo?
—Sí, a todos los partidos porque la educación debe tener un blindaje político. Hubo un acuerdo entre todos los partidos en 2012 y nunca se cumplió. Por eso interpelé al entonces ministro de Educación y Cultura Ricardo Ehrlich.
—En el presente y de cara al futuro, ¿cómo ordenaría por importancia los problemas más graves que enfrenta el país? ¿Educación? ¿Seguridad? ¿Crisis de valores?
—La educación es central, pero como no tiene un efecto inmediato ni sobre los valores ni sobre la seguridad, también hay que hacer mucho en seguridad. Sobre los valores y su recuperación hemos presentado proyectos de ley para educar sobre ello. Los valores que ha perdido la sociedad se recuperan con educación. La educación es central pero no hay paz con miedo, no hay seguridad con miedo. No quiero ser tajante en la respuesta. Son temas que deben tener distintos enfoques para converger en una solución a los tres: educación, seguridad y valores, íntimamente relacionados.
Daniel Isgleas para El País
Foto: Darwin Borrelli