Programa Nacional por la Lectura

Aprender durante el primer grado escolar requiere no sólo asistir a la escuela sino también estar “preparado” para aprender. Muchos alumnos finalizan la educación primaria sin haber adquirido las capacidades básicas para leer y entender lo que leen. Son alumnos que si bien han ido pasando de grado en grado a lo largo de la educación primaria tienen una insuficiencia en destrezas de nivel básico en lectura que terminan afectando luego los niveles superiores (comprender los conceptos e ideas del texto) y comprometen la automatización adecuada del proceso lector.

La evaluación nacional en primaria realizada por el INEEd en 2017 señala que casi la mitad (47,6%) de los estudiantes de tercer grado a nivel nacional y 7 de cada 10 de los provenientes de escuelas de contexto muy desfavorable no logran superar el nivel 2 de lectura en una escala de 5 niveles. Es decir, no comprenden lo que leen. Por otra parte, al igual que en tercer grado, se registran en sexto año marcadas diferencias asociadas al contexto socioeconómico y cultural de los estudiantes.

Nos establecemos como meta reducir en 70% el porcentaje de alumnos con bajo rendimiento en lectura al finalizar la educación primaria (evaluación por sistema Aristas) y mejorar los aprendizajes en las pruebas TERCE/UNESCO.
a) lograr que el nivel de insuficiencia (nivel 1) en lectura disminuya al 10% en tercer año de escuela;
b) lograr que la suficiencia mínima se universalice en sexto año de escuela;
c) lograr que el promedio de puntaje en las pruebas de lengua aumentan un 30% respecto a la última medición.

Para ello proponemos un Programa Nacional por la Lectura que fortalezca el capital cultural y poner los libros (impresos y virtuales) al alcance de la gente; democratizando el acceso a la información y la cultura; promoviendo la lectura «en línea»; estimulando y desarrollando los hábitos de lectura; desarrollando una bien pensada campaña para crear el gusto y el placer por la lectura. Hacer buen uso de la Biblioteca País del Plan Ceibal como herramienta.

Una cosa es crecer en un hogar que valora el aprendizaje, los libros están presentes, y hay un rico vocabulario e intercambio en la comunicación. Otra, muy distinta, es crecer en un hogar donde las maneras y formas de comunicarse y el nivel de vocabulario son notoriamente débiles e insuficientes. Los primeros comienzan la escuela ya habiendo escuchado seis a diez veces más palabras que los segundos y tienen mayor chance que los segundos de contar con un buen desarrollo de recursos cognitivos fundamentales.

Tengamos presente que ya a los 2 años de edad los niños y niñas de familias con mayor debilidad socio-económico-cultural presentan meses de atraso en el desarrollo del lenguaje.
Un niño pequeño al que se le leen cuentos desarrolla el lenguaje oral y su capacidad de comprensión receptiva, desarrolla la curiosidad y el gusto por la lectura, va construyendo su diccionario mental y aumentando su vocabulario. Los padres que leen en voz alta y hablan a menudo a los niños pequeños están promoviendo el desarrollo del cerebro.

Un niño que ya está aprendiendo a leer y lo hace con frecuencia y con entusiasmo, fortalece su diccionario mental al ir aprendiendo palabras nuevas, adquiere vocabulario, automatiza los procesos de reconocimiento visual de la palabra escrita, y aprende a leer con fluidez (rapidez y precisión). Una vez que analiza y lee correctamente una determinada palabra varias veces, se forma un modelo neural de la forma específica de esa palabra. Este modelo neural refleja la pronunciación, deletreo, ortografía, y significado de la palabra. Luego, alcanza con ver la palabra escrita para automáticamente activar su “forma” y toda otra información relevante de esa palabra. Esto se termina haciendo sin esfuerzo y sin pensarlo.

Un niño en edad escolar avanzada y un adolescente que leen con frecuencia enriquecen su vocabulario y su capacidad de comprensión lectora y tienen mucha más chance de ser lectores competentes en el futuro y tener éxito en sus estudios y más allá de sus estudios. Para obtener calidad en lectura tiene que haber cantidad.

Las escuelas de tiempo completo pueden ofrecer espacios y tiempos pensados y organizados para la lectura compartida de adultos, adolescentes, y niños. Un lugar seguro para reunirse (servicio a la comunidad). Un tiempo de lectura semanal en voz alta donde los niños y niñas de diferentes edades y adolescentes, junto con sus familias, tengan la oportunidad de escuchar de parte de educadores, adultos en general, y sus pares, cuentos, historias y narraciones de lecturas apropiadas para la edad.

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